martes, 2 de febrero de 2010

Isla afortunada (Tenerife)

   Desde hacía mucho tiempo soñabamos con ir a las Islas Canárias, pero nunca veíamos ni el momento ni la ocasión propicia para hacerlo.

   Pero todo llega en esta vida, si lo deseas o sueñas con ello, por lo menos eso pienso, pues si un mes antes de realizar el viaje nos hubieran preguntado si podríamos ir, hubiéramos dado un no por respuesta.

  Ir a una agéncia, preguntar y comprar los billetes fue todo uno, y ahi empezó uno de los viajes  que mas  hemos disfrutado.

   Fuimos a Tenerife y en un principio pensamos desde la propia Isla visitar las vecinas, pero hay tanto que ver, que nos resultó imposible realizarlo, pero volveremos porque de  verdad merece la pena hacerlo.

   Jamas hemos encontrado tal diversidad de paisajes en un solo sitio, desde zonas deserticas a semi-boscosas, playas multicolor, bahias inolvidables, cordilleras etc..., por no hablar de monumentos y sitios históricos diseminados a lo largo y ancho de la Isla.

   El Teide se levanta majestuoso practicamente en mitad de la Isla, y una vez hemos llegado a su falda miramos a la cumbre y nos da la impresión de alzarse hasta el infinito, su ascensión si bien parece facil, por el telesférico y las rutas abiertas a tal efecto, no deja de ser una tarea ardua por lo inclinado del terreno sobre todo en los tramos finales del recorrido, dando paso a un paisaje digno de elogio, una vez en la cumbre descubres practicamente toda la Isla y sus numerosos encantos, y abarcando también con la vista, si el día es claro las Islas vecinas. Si dirigimos la mirada hacia la falda y alrededores nos encontramos sumergidos en un paisaje lunar dada la composición del terreno, puedes ver entre otras cosas, rocas lunares crateres etc... teniendo todo el conjunto una vista y una fuerza algunas veces sobrecogedora.

   Nos dijeron y con razón, que la mejor manera de conocer Tenerife era alquilar un coche y meterte por cualquier desvío que vieras en la carretera, y asi fue como lo hicimos, cruzando desde Roque Bermejo hasta los Gigantes a lo largo, y desde la playa Montaña Roja hasta el Puerto de la Cruz a lo ancho, visitando también toda suerte de poblaciones, donde  cada rincón, calle o plaza, nos hablaban de su história por si mismos.

    Ha pasado el tiempo, pero todavía tengo impresas en las retinas las imagenes del fabuloso viaje realizado, compartiendo con vosotros algunas de ellas.

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